domingo, 28 de agosto de 2016

EL NOVIO DE POCAHONTAS ERA SEVILLANO

EL NOVIO DE LA INDIA POCAHONTAS

ERA DE SEVILLA

 
Juan Ortiz era un joven de menos de 18 años que se alistó a la expedición a Florida de Pánfilo de Narváez. Pánfilo era sin duda un hombre valiente, pero demasiado impulsivo, con raptos de fueria y crueldad, y con rasgos psicopáticos. Su carrera como conquistador hizo aguas cuando el gobernador Velázquez le mandó a México a quitarle el mando a Hernán Cortes en 1520. A pesar de contar con más tropas, aquel fue derrotado por Cortes en Cempoala, y un piquero le sacó un ojo. Para colmo, el grueso de su expedición no sufrió daños y se pasó en bloque al lado de Hernán Cortes, de modo que el dicho "ser un pánfilo"  se convirtió en un clásico del castellano a costa de su persona.
 
De nuevo y tras ser nombrado Adelantado de Florida, Pánfilo llegó a Tampa Bay con 400 hombres y cinco barcos en 1528. Pero al poco tiempo la expedición desapareció y no volvió a tener noticias de ella. Muy preocupada su esposa, María Valenzuel,a que vivía en Cuba, organizó una expedición para intentar socorrer o saber el paradero de su marido.
Juan Ortiz de origen hispalenses, posiblemente se alistaría en esta expedición ya viviendo en Cuba.
La expedición formada por un bergantín y 20 o 30 soldados y marineros llegó a la costa de Florida donde vislumbraron en la zona en la que Narváez había desembarcado una caña clavada en la arena con un papel y una inscripción.
Los españoles desde el barco pidieron a cuatro o cinco indios que les acercaran el mensaje de la caña ya que creían que serían instrucciones del desparecido Narváez, pero los indios se negaron. Juan Ortiz fue el único que se atrevió a desembarcar y coger la nota. Es entonces cuando Juan Ortiz horrorizado, descubrió el destino de Pánfilo de Narváez y la suerte que a él le esperaba, ya que la nota era una trampa del cacique de los indios. Al parecer, Narváez humillado años antes por Hernán Cortés pretendía resarcir su reputación obteniendo más oro que el que obtuvo Cortés de los aztecas, con lo cual tras descubrir Florida su obsesión se convirtió en la búsqueda de materiales preciosos, que nunca halló, ya que la Florida es una tierra pobre en metales preciosos. Furioso por su mala fortuna mandó cortar la nariz al cacique amigo Irrihigua, despedazó a su madre delante de él y la arrojó a sus perros de guerra.
 
 
 
Juan Ortiz desconocía esta historia y al caer en manos del cacique su peor suerte estaba echada. Para colmo de males, Irrihigua pensó que era hijo de Narváez, lo que se deduce que Ortiz debía de ser rubio oscuro o pelirrojo, como su supuesto padre. Ortiz fue atado con las manos y pies separados sobre una especie de balsa o tablazón de madera, y debajo de ella hicieron un fuego para quemarlo vivo a fuego lento como una barbacoa. Sin embargo, la juventud de Ortiz, su belleza y sobre todo sus gritos, debieron conmover a una de las hija, Ulele que rogó a su padre que le perdonara la vida.
 
Así fue, pero sirvió a Irihigua durantes tres años, pero este acosado por una tribu rival, decidió finalmente sacrificar a Juan Ortiz a los dioses para obtener su favor en la guerra.  Entonces Ulele, la hija del cacique, de nuevo acudió en auxilio del andaluz. Le avisó de que su padre planeaba matarle, de modo que le ayudó a escapar al poblado vecino, donde el cacique rival, Mocoso, lo acogió con los brazos abierto.
 
 
 
Sobre la relación entre Ulele y Ortiz existen varias versiones, ya que según algunos, Ulele estaba prometida a Mocoso y el padre de la india prohibiría que se casara con éste.
Sin embargo, según otras fuentes era Mocoso el enamorado de Ulele, y ésta prometió casarse con él si daba acogida a Ortiz. De Ulele, las fuentes no vuelven a contarnos nada.
 
 
En todo caso, Ortiz cubrió todo su cuerpo de tatuajes y se convirtió en un indio más bajo Mocoso, que debió apreciarle sinceramente ya que cuando años más tarde le llegaron rumores de la presencia de más españoles en la costa, el cacique le dio permiso para ir en su busca, y además le dio nueve indios para su servicio.  Efectivamente, en 1539 llegó a Tampa la expedición de Hernando de Soto, en busca del mito de la Siete Ciudades de Cíbola.  Juan Ortiz se acercó a ellos y un soldado estuvo a punto de matarlo, hasta que empezó  a santiguarse y balbucear "¡Sevilla, Sevilla!", ya que el pobre español tras nueve años, había prácticamente olvidado el castellano. De Soto, alucinado escuchó la historia de Juan Ortiz, y le dio caballo y armadura para que se uniera en calidad de intérprete en su expedición.  De Soto avanzaría por medio Estados Unidos con Ortiz, descubriendo el Mississipi y llegando hasta Arkansas donde tristremente, ambos murieron.

 

 
 
La increíble historia de este sevillano no sé perdió ya que un caballero portugués sobrevivió  a la expedición y recogío su relato, llegando a publicarlo en 1557 bajo el seudónimo del caballero de Elvas, siendo traducido al inglés en 1605 por Richard Hakluyt. Otra versión de esta historia la recogió posteriormente el inca Garcilaso de la Vega en 1601.
 
En 1606, el capitán John Smith se unió a la recientemente creada Compañía de Virginia, que, bajo autorización del rey de Inglaterra y Escocia pretendía establecer una colonia permanente en Virginia.  sin duda, Smith era un personaje muy conflictivo con varias disputas con colonos durante el viaje.  Sin embargo, una vez llegados a su destino en 1607, cuando abrieron una caja sellada con instrucciones de la Compañía, descubrieron con estupor que John era uno delos  siete elegidos para comandar la expedición. Los colonos fundaron entonces Jamestown, en honor al rey Jacobo I, el primer establecimiento permanente inglés en América.

 
 
Los indios locales no estaban contentos con la llegada de los colonos que sólo producían conflictos y no querían trabajar, y además de acosarlos.  John  Smith se puso al frente de esta situación convulsa y puso a los colonos en su sitio, prohibiendo comer a aquellos que se negaran a trabajar y entregó lotes de tierra a cada uno de ellos como propiedad privada para que éstos se esforzaran para darle rendimiento. En cuanto a los nativos, intento llegar a algún acuerdo para lograr una alianza pacífica pero cayó prisionero ya herido de una comunidad de indios cuyo jefe era Powhatan. Este ordenó que lo asearan para que en un ritual de lapidación le dieran muerte.  De repente, la hija del jefe llamada Mataoka, se acercó corriendo para evitar que esto ocurriera y salvarle la vida.  El apodo de Mataoka era Pocahontas "la niña que nunca se encuentra por estar siempre jugando".  La relación entre Smith y esta india no que clara, ya que él tuvo en 1609 un accidente con una bolsa de póvora que casi le voló la pierna y partió a Inglaterra para curarse y ya nunca volver.  En su ausencia, el colono John Rolfe descubrió que en Virginia se podía plantar tabaco, de modo que, con la exportación a Europa, la colonia se salvó y prosperó.  De hecho, Pocahontas acabó casándose con Rolfe y convirtiéndose al cristianismo con el nombre de Rebecca.  En 1616 partió a Inglaterra con su marido para pedir ayuda a la corona para los colonos, y se quedó estupefacta cuando encontró a John Smith en su país, ya que le dijeron que éste había muerto. Pocahontas no vivió mucho más ya que murió de neumonía quedando enterrada en Gravesend.

 
 
 


 

viernes, 4 de marzo de 2016

La industria de los Fósforos. La Sevilla alumbrada del Siglo XIX


LA INDUSTRIA DE LOS FÓSFOROS. LA SEVILLA ALUMBRADA DEL SIGLO XIX

Y se hizo la luz en Sevilla…..

Sevilla, al igual que muchas ciudades en el siglo XIX cambió su aspecto nocturno y vio la luz, gracias a la creación de fábricas de fósforos. Fue un gran avance si lo pensamos bien, e hizo que se produjera el cambio de una ciudad apenas iluminada y en penumbra a una ciudad con luz nocturna que iluminaba hogares y lugares. ¡Un gran cambio para sus ciudadanos y las condiciones de habitabilidad!”.
 

Antes de que se produjera este cambio, en la noche se podía distinguir perfectamente las casas que pertenecían a los señores y las casas de los pobres y no sólo por su aspecto. Un ciego andando por la noche podría distinguir si la casa por la que pasaba era humilde o no sin ver su aspecto, sólo por el olor. Si de la casa salía olor de velas de sebo, era una casa pobre y si salía olor de bujías de cera, era una casa acomodada. Las casas más pudientes contaban con luz de las bujías de cera que eran muy diferentes a las de sebo. Las de sebo eran hechas con el sebo que se extraía de las mantecas del carnicero por lo que desprendían un olor nauseabundo, al contrario que las aromáticas bujías de cera que se usaban en las casas de los ricos.
 

La cerilla fue un objeto vinculado a la atmósfera decimonónica de Sevilla del siglo XIX, pues se crearon muchas fábricas, algunas hoy ya difícil de localizar, que formaban parte del tejido industrial de esta ciudad “costumbrista”. Además del fósforo también empezaron a fabricar bujías de estearina, fósforos de vástago largo y demás utensilios que ayudaban a luchar contra la obscuridad, hoy objetos desaparecidos.
 

¿Cuál era la luz del pasado en la noche?

Era una luz diferente, tenue y delicada, pero la luz variaba según el tipo de cerillas. Existían las cerillas lamparillas, enceradas que se vendían en cabitos y se fijaban a las lamparitas.  Las cerillas de monja utilizadas para cruzar las grandes estancias de los cenobios.

Los médicos también tenían las suyas, las de San Cosme que eran especiales para iluminar las salas de operaciones de los cirujanos y que producían una luz intensa y blanca. También había cerillas que llevaban un nombre de estancia “de escalera” y que precisamente servían para iluminarse mientras subía o bajaba una escalera o se recorría los largos pasillos de las antiguas viviendas.

Cambia ya la luz y la atmósfera, a partir de mitad del siglo XIX, ya que el caserío deslumbra con las nuevas bujías de cera mezcla de esperma de ballena o la famosa estearina que triunfa por su precio más asequible a los bolsillos y su calidad. Este producto era el ácido esteárico que cambió las cosas y la situación de muchos hogares de incomodidad y que describía muy bien Pérez Galdos en una de sus novelas:”luz de vela que rápidamente se consumía moqueando a goterones el sebo y elevando en medio de la llama un pabilo negro y pestífero”. Este producto producía una llama más limpia y brillante y con un olor más neutro y sobre todo más barato que abarató precios y la hizo asequible a todos los bolsillos.
 

Las fábricas de fósforos estaban situadas fuera de la ciudad a extramuros para evitar posibles accidentes que pusieran en peligro la población ya que eran materiales que podían causar explosiones. Pero también existieron obradores intramuros parecidos a los que existían en la calle Cuchilleros de Madrid y Galdós describía de la siguiente forma: “un taller parecido a los laboratorios de nigromantes o brujos que aparecen en los laboratorios de nigromantes o brujos que aparecen en las comedias de magias, con  calderos y vasos de extrañas formas, hornillas, telarañas y una pátina de polvo y mugre sobre paredes y techos…”. Con tal panorama se comprenden que estas bombas de relojería acabaran situándose lejos de la ciudad.
 
 
 

Pero afortunadamente, se mejora con la aparición de las llamadas “cerillas fosfóricas” que sustituirán poco a poco al pedernal o eslabón, toda una revolución que mejorará el aspecto y la seguridad en la fabricación de fósforos y otros materiales para hacer luz.

Esta fábricas que comienzan con la fabricación de estas “cerillas fosfóricas” se sitúan en un principio en edificios religiosos desamortizados a partir de 1835, como son el convento de los Capuchinos regentada por Juan García Jiménez o el ex convento de San José, fábrica de fósforo de Mariano Ramiro. También en la iglesia de Santa Lucía de Salvador Pérez Gisbert, uno de los mayores empresarios de este género en Sevilla.


Fotografía del empresario Enrique Ramírez Pérez t y sus siete vástagos

Sin embargo, estas nuevas fábricas también implicaban peligrosidad; se habla de la fábricas de velas y bujías esteáricas de José Carreño Somonte, que explotaba las marcas de la Luna y La Estrellas, contaban con enormes calderas de vapor ya que había mucha demanda entre la población.

También había un problema de toxicidad entre los empleados, un tipo de enfermedad llamada “fosforismo” que afectaba produciendo vómitos y deposiciones continuas. Tal fue su toxicidad que existía la posibilidad de suicidarse por envenenamiento de fósforo. Un suicidio romántico y que acuñó la expresión de “irse a tomar fósforos”.

 

jueves, 4 de febrero de 2016

SEVILLA: TESTIGO DE PAREJAS DE ENAMORADOS EN LA HISTORIA

                 SEVILLA ES UNA DE LAS CIUDADES MÁS ROMÁNTICAS DEL MUNDO


Con una ciudad como Sevilla, hay que aprovecharla todos los meses del año. Además de la primavera, Sevilla hay que descubrirla el resto del año y aprovechar las posibilidades turísticas que nos brinda. ¿Porqué conformarse sólo con visitarla tres meses al año?.
La ciudad es bella todos los meses y en sus cuatro estaciones; primavera, verano, otoño e invierno y disfrutar de las imborrables sensaciones e imágenes de una ciudad única.
 
Según el Huffinton Post, Sevilla se encuentra cuarta posición entre las siete ciudades más románticas de Europa. La calidad de su gran patrimonio monumental y los lugares mágicos que oculta, se aúnan para ofrecer una experiencia inolvidable y que rara vez defraudan. Si se quiere aprovechar la estancia y no perderse detalle, déjate guiar de la mano de alguien que sepa interpretar el bello patrimonio histórico y artístico y que te hará disfrutar de la ciudad como nunca.
 
Rutas  románticas a elegir:
 
1.      Los Reales Alcázares
 
Palacio Real que fue testigo de una de las historias de amor más apasionadas de la historia sevillana; entre el rey moro Almutamid e Itimad, y Don Pedro y su favorita María de Padilla.
Es un lugar de cuento de las Mil y Una Noches, que nos trasladan al Oriente oliendo el aroma del jazmín y deleitándonos con la exuberancia de sus jardines y su impactante arquitectura.
 
PEDRO I Y MARÍA DE PADILLA
 
Pedro I apodado "el Cruel" y que mando uno de los palacios más bellos de España de arquitectura mudéjar, pasó sus mejores momentos en este bello palacio junto con su enamorada María de Padilla.
Se sabe que fue una mujer de talla pequeña, viva y llena de gracia. Provenía de una familia rica de Sevilla, aunque probablemente nació en Palencia, Astudillo.
Pedro I se vio obligado a casarse por razones dinásticas con doña Blanca de Borbón, sobrina del rey de Francia, de la que nunca estuvo enamorado. Pero dos días después de la ceremonia, abandona a su recién esposa en busca de María de Padilla que estaba en aquel momento embarazada de seis meses.
Según las crónicas, gran escándalo causó este abandono de Don Pedro de su flamante esposa, que queda compuesta y sin novio.

 
Esto deja claro cual fue su verdadero y gran amor, ya que María de Padilla le dio cuatro hijos. Pedro la trató como su verdadera y legítima esposa, reina de Castilla, a pesar de las críticas y tanto fue así que dio cargos a toda la familia Padilla.
Inútiles fueron las amenazas de la excomunión del Papa y las amenazas llegadas desde Francia por parte del rey francés, el sigue a su amante sin importarle todo esto.
 
Pero todo no fueron amables encuentros con María de Padilla, también la hizo que sufrir, al casarse con otra mujer, Doña Juana de Castro, tras conseguir la nulidad con Doña blanca de Borbón. Poco duró esta relación, pues tras un año de matrimonio, volvió a los brazos de María de Padilla que pacientemente lo espero y demostró así cuanto lo amaba. Durante ese largo año de espera, lo esperó pacientemente en un convento.

 
 
Tras reanudarse la relación con María, le dio por fin un hijo varón, pero poco duró esta felicidad pues se le agravo una antigua enfermedad, la tuberculosis y falleció. Fue entonces cuando el rey don Pedro, le organizó grandes funerales y la lloró como su único y gran amor.
 
Logró buscar unos testigos para que juraran que este había sido su verdadero amor y que era su legítima esposa ya que justo cuando la conoció se casó en secreto con ella.
Con un rey tan belicoso y tan iracundo, nadie se atrevió a contradecirlo y fue así como María de Padilla se convirtió en su legítima esposa póstumamente. Y sus restos yacen junto con los de su esposa en la iglesia de Santa María la Blanca, en la capilla de los Reyes.
 
ALMUTAMID E ITIMAD
 
Esta fue otra de las parejas que paseó su amor en los Reales Alcázares.

Al-Mutmaid fue un rey poeta que nació en Sevilla, hijo de Almotahdi. Fue un hombre muy ilustre que se rodeo siempre en su corte de Sevilla de gran esplendor de consejeros y literatos de gran renombre. Disfrutaba de pasear por la rivera del Guadalquivir con su amigo y poeta. Paseando por el puente de Barcas que estaba donde hoy está el de Triana, se pararon y admiraron el río comentando sobre su belleza y el reflejo de la luz en el agua. Y se atrevió a iniciar un verso:

 
                                    la brisa convierte al río
                                      en una cota de malla....
 
 Mientras pensaba en acabar la estrofa, una voz femenina la entona:
 
                                     Mejor cota no se halla
                                     Como la congele el frío.
 
Al volverse para buscar al interlocutor, vieron a una joven descalza a lomo de un borriquillo que se encaminaba a cruzar el puente de Triana.
Como quedaron el rey y su consejero sorprendidos de tal inspirada  e ingeniosa improvisación, mandaron buscarla. Por su indumentaria parecía una esclava como así fue. Se llamaba Itimad la Romaiquia. Era trianera y trabajaba en un pequeño torno de un alfarero que fabricaba tejas y ladrillos.
Almotamid tomó la decisión de comprarla y al ofrecer dinero por ella al mercader que la tenía, éste gustosamente se la cedió sin pedir nada a cambio ya que según su patrón no trabajaba bien y estaba todo el día despistada pensando en no se qué..
Almotamid se la llevó a palacio que era los Reales Alcázares y con el tiempo se enamoró de ella. Decidió desposarla y le dio tres hijos.
A pesar del origen humilde de Itimad, logró estar a la altura de lo que su nueva posición le exigía y demostró que fue una reina prudente y discreta, pero con iniciativa y justa, así que logró que las mujeres de Sevilla se quitaran el velo del rostro según exigían las leyes coránicas.
 
 
 
Cuenta la leyenda que echaba mucho de menos Triana y que le inundó la melancolía. El rey decidió remediar su tristeza llenando el patio del Alcázar de barro perfumado de aromas y especias como el espliego, la canela, el almizcle,  ámbar, clavo, etc...

También en otra ocasión, Itimad se quejaba de que nunca había visto la nieve y de que le gustaría verla. Difícil era de contentarla en este capricho puesto que el sur no era tierra de nieve, sólo en el Norte, en territorios cristiano, y en ocasiones en Granada.
Pero por suerte, un día amaneció Córdoba con algo de nieve, o así al menos lo creyó Itimad, y lo que ella admiró como nieve, fueron los miles de almendros florecidos que frente al Alcázar viejo mandó plantar Almutamid.
Fue una pareja muy bien avenida pero a pesar de esta duradera y feliz relación, acabaron tristemente sus vidas. Mucho tenía de poeta pero poco de estratega, y perdió su reino al abrir las puertas a Yusuf el cual lo mandó en destierro a Marruecos.  Itimad volvió a Triana de esclava.

Hay un azulejo en Sevilla en el barrio de Santa Cruz que recuerda esta linda historia, un cuento de hadas, una cenicienta sevillana que siendo esclava enamoró al rey con su arte e ingenio y la hizo reina.

EL PARQUE DE MARÍA LUISA

Es el pulmón verde de Sevilla y legado romántico de la Sevilla de la Exposición Iberoamericana. La Plaza de España con sus barcas y la Plaza de América, con sus pabellones mudéjares y renacentista no nos dejan indiferente.



ALFONSO XII Y MARÍA DE LAS MERCEDES


Fue una pareja de enamorados conectados a Sevilla.
 
María de las Mercedes fue la primera esposa y prima de Alfonso XII. Ella con su vivacidad y alegría se ganó el corazón de su primo. El rey amó a su esposa con verdadera veneración, pero tristemente quedó desolado cuando la perdió tras su enfermedad contraída del tifus pocos meses después de contraer matrimonio.
 
 
 
María de las Mercedes de Orleans y Borbón nació en el Palacio Real de Madrid, y formaba parte de la familia real española más cercana a la reina Isabel II pues era su sobrina y ahijada. Su padre fue Antonio de Orleans, duque de Montpensier y su madre la infanta Luisa Fernanda.
 
Se habla mucho de los felices días que pasó en el palacio de San Telmo antes de exiliaran a su familia a Lisboa y después a Francia.
 
Fue en Francia donde los primos se conocieron a los doce años. La joven y alegre María de las Mercedes se coló en el corazón del joven Alfonso, aunque aún tendrían que pasar años de separación y de cambios y conflictos en España, antes de que nombraran a Alfonso XII rey, tras la restauración monárquica en 1879.
Entonces se estableció una boda de estado basada en un amor y respeto mutuo y que se celebró en enero de 1878.
 
 
 
María de las Mercedes se convirtió en una reina joven y amada por su esposo y su pueblo. Pero esta unión duró poco tras fallecer la reina por el tifus dos días después de cumplir la mayoría de edad, dejando al rey destrozado.
 
Su memoria recorre los jardines de corte romántico y que llevarían el nombre de su madre María Luisa y que es hoy en día uno de los rincones más románticos de la ciudad. Al igual que el costurero de la reina. Pequeño pabellón neo mudéjar situado en el extremo del parque y que sería en época de los Montpensier lugar donde pasaría María de las Mercedes largos ratos  por su delicada salud tomando el sol y cosiendo con sus damas de compañía. También dicen las legendas urbanas, que Alfonso XII, acudía a caballo desde el Alcázar de Sevilla a verla tras atender sus asuntos de Estado. Esto sería imposible porque el edificio fue construido en 1893 y la reina falleción en 1878.
 
Hoy permanecen los restos de María de las Mercedes en una capilla del Monasterio del Escorial.
 
 
 




 
 
 

 
 
 

 
 

 
 

lunes, 18 de enero de 2016

LA BODA IMPERIAL DE CARLOS E ISABEL EN SEVILLA

BODA IMPERIAL DE CARLOS E ISABEL EN SEVILLA Carlos V e Isabel de Portugal hubieran estado acosados noche y día por paparazzis buscando una exclusiva. Fue una boda muy especial y un encuentro muy esperado. Al contrario que otros enlaces matrimoniales que se quedan en meros acuerdos políticos, éste enlace fue un amor a primera vista, un “real flechazo”. Tan prendados quedaron el uno del otro que la boda se celebraría sin dilación en la sala de los embajadores o de “la media naranja” de los Reales Alcázares sin esperar a ser casados en la Catedral como era costumbre. Se desposaron el 10 de marzo de 1526 y a las doce de la noche. Los esposos se conocieron dos horas antes de contraer matrimonio en la ciudad puerta de Indias, rica y llena de ambiente comercial y cultural, Sevilla. Pero esta puede ser una versión un poco edulcorada y romántica de la historia. La verdad es que también a Carlos V le interesaba casarse de inmediato por dos razones; la primera era el temor a que el Papa lo excomulgara tras oír que el rey había mandado matar al obispo de Zamora, y la segunda es la inesperada muerte de su hermana Isabel, e igualmente el temor que al hacerse público, se retrasara la boda. La princesa Isabel de Portugal era el mejor partido y a la que Carlos V puso las miras no por su belleza, ya que no conocía, aunque había oído hablar de ella, sino por su dote. Fue en un principio una boda por interés, ya que Carlos V necesitaba la dote de ésta, 900.000 doblas de oro que Juan III de Portugal le pasaba por casarse con su hermana. Este dinero le servía a Carlos V para trasladar a Roma a 6.000 personas de su corte y hacerse coronar emperador.
Isabel era prima hermana del emperador, hija de Manuel “El afortunado”, rey de Portugal e Isabel de Castilla. Cuando se desposó con Carlos, tenía veintitrés años rubia y con una piel sonrosada, ojos azules , frente fina y curva con una melena rubia y abundante, muy femenina si nos seguimos por el retrato que hicieron algunos pintores de esta nórdica belleza como Coello o Tiziano. Entro en Sevilla el 3 de marzo accediendo por la puerta de la Macarena. La ciudad le recibió con sus mejores galas como era tradición en esta ciudad tan leal a sus reyes. El palio que la cubría estaba hecho de palio de oro, perlas, plata y piedras preciosas. Desde la Macarena prosiguió a la Catedral donde se instalarían siete arcos triunfales que simbolizaban virtudes de los futuros soberanos. Igualmente la Catedral estaba lujosamente adornada con joyas y tapices lujosos. Tras el enlace en Sevilla y debido al enorme calor que hacía, la pareja decidió partir a Granada donde pasaron su luna de miel. La ciudad de Granada también se engalanó para festejar tal honor y hubo tantas fiestas que dejaron a la ciudad endeudada en años posteriores.
Pero Granada les sorprendió no sólo a nivel festivo, sino también por el “meneo” que hubo durante la estancia de la joven pareja. El movimiento de tierra aterrorizó a la joven emperatriz y buscó refugio en el Monasterio de San Jerónimo. Granada fue la ciudad en la que pudieron disfrutar en el lecho nupcial, ya que según dicen en Sevilla debido a los lutos por la hermana recién fallecida, durmieron en camas diferentes. Y por las cartas enviadas a su tía Margarita, de los 190 días que allí pasó, disfrutó mucho de las mieles del amor, tanto que abandonaría sus estrictas y austeras costumbres y se levantaba siempre tarde y no sólo dormía. Y según dicen Carlos V dejó de madrugar, se levantaba a las once y, al parecer, no sólo dormía… Disfrutaron de Granada más de lo que esperaron, pero su luna de miel no les llevó sólo allí por lo romántico de la ciudad, también fue a tratar de resolver los problemas causados por la revuelta de los moriscos y la problemática acontecida tras el pacto del rey de Francia Francisco I con el Papa Clemente VII en la Liga Cognac.
Era un matrimonio enamorado y muy fogoso en el lecho conyugal. De los trece años que pasaron juntos, Isabel le dio siete hijos, aunque sólo tres lograra llegar a la madurez. El fallecimiento de Isabel lo hundió en la más profunda tristeza y se retiró a un monasterio de Yuste.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

EL ORIGEN DE LOS SEISES
La fiesta única en el mundo como es el baile de los seises se vuelve a dar cita este año en el altar mayor de la Catedral de Sevilla para conmemorar la Inmaculada.
Se les puede ver bailar los ocho días siguientes a la celebración de la Inmaculada vestidos de azul celeste y blancos o para las celebraciones de las fiestas del Corpus Christi.



La palabra seise puede causar confusión, ya que se puede pensar que correspondería al número seis. Aunque, en realidad responden a una modificación fonética. Mediante el seseo andaluz de la antigua palabra castellana “seize” que significaba dieciséis. Por lo tanto, el antiguo número de niños que bailaban eran dieciséis y hoy se ha visto reducido a doce.
Estos “cantorcillos o mozos del coro” siguen representando sus músicas y coreografías delante del altar mayor de la Catedral de Sevilla que se engalana para tal especial ceremonia. Tanto la música, baile como indumentaria ha ido variando con el tiempo teniendo en cuenta que es una costumbre muy arraigada que arranca del siglo XIV.  Las canciones en un principio eran Villancicos,  y lo acompañaba con un pandero (instrumento muy popular en aquellos años), pero a partir del siglo XVI varia la melodía y canciones para adaptarlo a un repertorio más ajustado a las costumbres eclesiásticas y se sustituyen por canciones creadas por los maestros de música de la capilla de la catedral acompañándolas órgano polifónico que han ido evolucionando desde las gallardas hasta las pavanas y unas castañuelas.

Los bailes que interpretan son de una coreografía muy precisa y diferenciada con tres actos dedicados el primero a la Virgen y el Santísimo Sacramento, el segundo dedicado en honor al prelado y el tercero para las autoridades y el pueblo.
La vestimenta ha sufrido también bastantes variaciones desde que se inició esta costumbre en 1439. Vestían originalmente de pastorcillos y que acompañaba a los Villancicos. Sin embargo, en el siglo XVI y XVII, sufrió la indumentaria un cambio drástico, respondiendo a la moda imperante en esta época. De tal forma que, que el anterior trajecillo se cambió por la de un paje al estilo del corte de los Austrias con un juboncillo o chaqueta sin mangas muy ajustada al cuerpo y un sombrero con plumas y zapatos de raso.



Hoy en día este coro de niños los forman un coro infantil salido del colegio Portacoeli.



HISTORIA Y ORIGEN DE LOS SEISES
La incorporación de la música a la liturgia cristiana parece que se origina ya en el siglo V el obispo Prisciliano de Ávila incorporó la danza como parte de su ritual eclesiástico y hoy en día es la única danza que sobrevive en la Catedral de Sevilla.
Pero su existencia sigue siendo escasa, aunque se cree que pueden haberse encontrado en la forma de la antigua liturgia católica en Sevilla en época de San Isidoro, en el siglo VII. Y así se instituye en uno de sus tratados donde expone la importancia de la música en la liturgia, y lo compara al sonido musical que hay en el universo y que sin melodía ninguna disciplina se puede perfeccionar. Parece que esta tradición o fondo musical se mantuvo e incluso se expandió durante la ocupación árabe y ya en la liturgia mozárabe, la danza era parte importante.

 Igualmente, las crónicas de esa época comentan las fiestas celebradas con ocasión de la conquista de Sevilla por el Rey Fernando III el Santo y la inclusión de los Seises en estas celebraciones y procesiones. Sevilla era la ciudad favorita de los reyes como Fernando III y Alfonso X “el Santo”. Este último rey instituyó el seminario de San Miguel en 1284 donde se formaron estas voces corales y se dio educación a los niños para ejercer de monaguillos y acólitos y también en gramática y música. Al contrario que languidecer, este colegio siguió formando a jóvenes y ya en 1439 bailaron delante de la imagen de una pequeña Virgen en la Catedral y el Papa Eugenio IV otorgó una Bula  para que siguiera impartiendo la buena labor de dar educación a estos jóvenes en el colegio de San Miguel en Sevilla.



Aunque el origen específico de esta danza proviene de la fusión entre el teatro y la música que alcanzó su zenit en la edad de Oro de la liturgia española. Las danzas que la iglesia promocionaba en este período con un fondo teatral era representado por un coro de niños, ángeles que representaban la inocencia y enfatizaba la idea religiosa.
En Toledo el cardenal Cisneros en 1504 incorporó un grupo de niños corales en ceremonias litúrgicas principales, llamados “los Seises” y que tal ritual proviene sin ninguna duda del culto mozárabe.
Era en estos tiempos un lujo extraño el que chicos provenientes de una clase social baja pudieran tener la posibilidad de recibir una educación tan refinada y participar en misas importantes, tanto por la calidad de voz o por su oralidad leyendo las escrituras. Llegó a ser habitual la competición por ocupar un lugar en el coro de los Seises, y durante mucho tiempo estos jóvenes se podían reclutar desde otras partes de España, buscando la mejor y más angelical voz. 



Esta élite de niños se formó en Sevilla a principios del siglo XVI. La entrada para su formación se endureció con lo cual, los chicos seleccionados para recibir tan alta educación debían aprobar una serie de requisitos y entre ellos era la procedencia católica y no judaizante o morisca de la familia, entre otras cosas. El gobierno civil preparó en esos tiempos una partida especial para dotar al colegio de una infraestructura avanzada y de lujo, así como pagar un salario importante a sus educadores, que eran al fin y al cabo el alma de este colegio de élite. Dentro de esta elite de chicos, los que formaban el coro de los Seises, tenían sus dormitorios separados y vivían con su profesor de canto, normalmente un cura que convivía con ellos y les acompañaba a la iglesia y a las fiestas. Este grupo de chicos tenían igualmente una formación especial, hacían hincapié en el estudio del Latín para que sus discursos fueran impecables y su recitación sin errores.

Tradicional Baile de los Seises Octava del Corpus Christi Giralda TV 14 ...